Tu curva humilde, forma silenciosa,
le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.
Cada cosa que encierras, cada cosa
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
la herida piel silente y penumbrosa.
Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora zumo delicado
entre un polvo que nubla su agonía.
Oh, viejo cubo sucio y resignado,
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado.
COMENTARIO
Asombro,
escándalo, conlleva el título de este poema, que sin velos declara su objeto,
el humilde, sufrido cubo de la basura. Sin contemplaciones, el poeta, audaz e
iconoclasta, nos ha colocado en la orilla opuesta de los seres exquisitos y
bellos. En otro reino quedan las flores, las aves, la aurora, el crepúsculo, la
luna, las estrellas, etc., etc., el acervo clásico de la poesía durante siglos
y siglos. En seguida percibimos al poema lo atraviesa la sabia del amor y la
compasión por tan vergonzante recipiente doméstico: “En ti se hizo redonda la
ternura/se hizo redonda, suave y dolorosa”. El cubo de la basura es como un
pequeño pozo donde están sumidos despojos de cosas que tuvieron esplendor, que
hasta fueron hermosas, como una naranja y una manzana. Distante, extrovertido,
el poeta no alude a sí mismo, pero no hace falta, sus sentimientos están conmovedoramente presentes en la
personificación que hace del cubo de la basura: “desde tu corazón la pena envía
/ el llanto de lo humilde y lo olvidado”. Un llanto que oye el hipersensible
oído de un poeta excepcional, Rafael Morales.
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