sábado, 10 de febrero de 2018

PORTAVOZA Y PORTAVOZO


          “Portavoza “ se ha autodenominado Inés Montero, portavoz parlamentario del partido Podemos, en una comparecencia pública. Apenas hace ya tres días, y desde entonces los medios no paran  de ocuparse de este neologismo. Ha hecho impacto, Está haciendo vibrar de escándalo, de indignación, y también de gozo, a los asiduos de las redes sociales. Están saliendo a colación argumentos de la más sabia gramática por un lado, y de la más apasionada reivindicación feminista por otro. Ya han causado parecida controversia otros términos, saliendo a relucir otros usos consolidados que al común de los hablantes les parecen incuestionables: como “el espía”; porque ¿por qué no, "el espío"?
 Pero no se manifiesta mucho afán reformista  en esta dirección, el elemento masculino no parece sentirse discriminado por el canónico sufijo femenino “-a”. En el caso de “la portavoz”, el género viene claramente expresado por el artículo “la”, si bien  Inés Montero  no debe considerar el término totalmente equitativo, echa a faltar la distintiva “-a”. Por la misma regla de tres, la clase portavocera masculina podría reclamar la denominación de “portavozo”, ¿no?
             

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